jueves, 24 de junio de 2010

¿Qué le debe España a la UE?

Europa

Pío Moa

 
2010-06-24

Sin demasiada sorpresa oigo a Pedro J. en VEO7 decir que "Europa", como él llama a la UE o se llamaba antes a la CEE, significa para los españoles libertad y prosperidad y que España pertenece a un club, la UE, con sus normas, que nos hemos beneficiado inmensamente de esa pertenencia pero hemos incumplido algunas normas y, claro, los otros miembros nos están llamando la atención.
Estas historietas calan, llevan muchos años calando en la conciencia pública, pero no por ello son más ciertas. Antes de entrar en la CEE, sin necesidad de "entrar en Europa", como decían los demagogos, España estaba creciendo económicamente a un ritmo mucho mayor que el de los países de la CEE, acercándose con rapidez a la media de ellos, mantenía su soberanía en mucho mayor grado que después, y unos índices de salud social bastante superiores también. Desde que entramos en la CEE, luego llamada UE, no hemos vuelto a alcanzar tales tasas de desarrollo, hemos perdido soberanía hasta el extremo de convertirnos en una especie de protectorado de Alemania y Francia, y hemos descendido brutalmente en salud social (índices de fracaso matrimonial, familiar y escolar, de drogadicción –primer país en consumo de cocaína, según he oído– de alcoholismo, de personas en prisión y delincuencia juvenil, de violencia doméstica, de abortos, etc.).
Y aun antes del espectacular desarrollo de los años 60 y mitad de los 70, España consiguió índices de crecimiento muy aceptables, a pesar de no haber dispuesto del Plan Marshall, como el resto de Europa occidental, y haber sufrido en cambio un prolongado aislamiento internacional completamente injusto, con olvido de los enormes beneficios que Usa y Gran Bretaña habían extraído de la neutralidad española en la guerra mundial. Índices de crecimiento manifiestos en el extraordinario descenso de la mortalidad infantil, la prolongación de la esperanza de vida al nacer, el aumento del consumo de energía, de la alfabetización, del estudiantado medio y superior, de la presencia femenina en la universidad, etc., algo sin parangón con la república u otros períodos anteriores. Esto, en los llamados (por los necios y los demagogos) "años perdidos" 40 y 50.
Tales son los datos reales y cuantificables, pero sistemáticamente olvidados o falseados con el fin de meter en la psicología social la idea de que los españoles somos completamente ineptos y si se nos deja por nuestra cuenta, sin la tutela de "Europa" no podríamos hacer nada que valiera la pena. Una Europa en la que nunca hemos dejado de estar –con nuestras particularidades, como los demás países–, desde Roma y desde que la Reconquista derrotó a Al Ándalus. Si España ha sido admitida en la UE será porque conviene a la UE, pero es posible que a nosotros no nos convenga tanto, porque el balance para España no es precisamente brillante.
En cuanto a la libertad, cabe recordar a Pedro J. y quienes piensan como él un par de hechos elementales: el franquismo no fue un régimen totalitario como los que existían en más de la mitad del continente –con aplauso de muchos progresistas hispanos–, sino autoritario y de economía bastante liberal, que permitió su transformación en una democracia sin los traumas de otros países. Y por eso la democracia no se la debemos a "Europa", es decir, la CEE-UE, sino a nosotros mismos, al revés que casi todos los demás países eurooccidentales, los cuales se la deben muy directa e inmediatamente a Usa. Y nuestra entrada en la CEE-UE no ha impedido en absoluto los fenómenos de involución y ahora descomposición política que ahora padecemos.
Nunca he conseguido entender de dónde sale ese servilismo absolutamente necio, cuando hemos logrado tantas cosas de las que podemos sentirnos contentos. Pero salga de donde salga, tiene unos efectos fácilmente constatables en la degradación de las instituciones, en la pérdida de soberanía y en la repugnante chabacanización del ambiente social.
 

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miércoles, 23 de junio de 2010

La historia basura de Martínez Reverte

Franco y los judíos
   Pío Moa
"El hecho, como todo el mundo debiera saber a estas alturas, es que la España franquista salvó por lo menos a unas 20.000 posibles víctimas del Holocausto".
2010-06-21

De Martínez Reverte y su peculiar concepción de la historia ya me he ocupado otras veces. Ahora ha vuelto a la carga con un artículo donde afirma que los franquistas elaboraron una lista de 6.000 judíos residentes en España con la presunta intención de entregárselos a Himmler para su exterminio, lista que aprovecharían estos en la célebre conferencia de Wannsee, prólogo al Holocausto. ¿La prueba? En Wannsee se manejaron las mismas cifras de judíos correspondientes al informe español. Claro está, en aquella conferencia se manejaron también las cifras de judíos residentes en otros países fuera de la jurisdicción alemana, por ejemplo, Gran Bretaña (330.000 judíos), Suecia (8.000), Suiza (18.000), etc. ¿Serían estos datos la prueba de que los gobiernos británico, sueco, suizo, etc., colaboraban con Himmler? A este historiador chiflado no se le ocurre la idea, no sé por qué. Pero pudiera muy bien habérsele ocurrido, dado que Londres no hizo nada reseñable para salvar a las víctimas del Holocausto, y un número de perseguidos fue rechazado cuando intentaba desesperadamente ponerse a salvo en Suiza, mientras que la España de Franco nunca les cerró la frontera. La chifladura malintencionada e indocumentada es una clave importante para entender los embrollos y violencias de nuestra historia desde la invasión napoleónica, como venía a señalar Julio Cerón y he razonado en Nueva historia de España.

Aunque los judíos de Marruecos y otros colaboraron económica y propagandísticamente con Franco durante la Guerra Civil, la mayor parte de los judíos fuera de España se pusieron al lado del Frente Popular, y era judía una considerable proporción de los enrolados en las Brigadas Internacionales. El dato indudable es que muchos de ellos colaboraron con el régimen revolucionario español dirigido en gran medida por Stalin, tanto mediante una intensa propaganda en el exterior como con las armas en la mano. Por ello y por la pervivencia de las historias sobre conspiraciones judeo-masónicas, que encontraban una presunta confirmación en tales hechos, el régimen de Franco detestaba a los judíos ashkenazis (en cambio mantuvo la ley, pese a haber perdido su efecto legal, que ofrecía a los sefardíes la nacionalidad española; ley promulgada bajo la dictadura de Primo de Rivera, y que permitiría salvar a bastantes hebreos de los campos de concentración nacionalsocialistas). No es cierto, desde luego, y contra lo que afirma Martínez Reverte, que judíos y masones fueran considerados los peores enemigos del régimen: su enemigo jurado era, sin duda, el stalinismo.

Las historietas de Martínez Reverte parten de una teorización arbitraria sobre Franco y su régimen, y pasan por alto la realidad. Lo he explicado en relación con Preston y otros: según ellos, Franco "tenía que" perder la guerra, dada su inepcia militar; "tenía que" haber entrado en la guerra mundial, dada su afinidad con el hitlerismo; "tenía que" haber mantenido a España en el más brutal subdesarrollo, dada su ideología fascista-clerical; "tenía que" haber sumido a los obreros en la más absoluta miseria, dado su odio a los partidos obreros, etc. etc. Esta gente cumple a la perfección el dicho: "no permitas que los hechos estropeen tu bella teoría". Pues, una vez más, el hecho, como todo el mundo debiera saber a estas alturas, es que la España franquista salvó por lo menos a unas 20.000 posibles víctimas del Holocausto, y aunque no sentía ninguna simpatía por la mayoría de los judíos, nunca llevó esa aversión a una política de exterminio ni de colaboración con el exterminio nacionalsocialista. Y ello a pesar de que nunca conoció el alcance de ese exterminio ni creyó las noticias dispersas que le llegaban al respecto. Sí conocía en cambio la existencia de una cruel persecución, aunque ignorase hasta donde llegaba, y ello bastó para proteger a un número relativamente elevado de perseguidos.

Gran parte de la opinión pública española padece hoy un auténtico bombardeo de historia-basura. Y uno de sus principales vehículos es el diario El País, también conocido por El Chafardero Indomable, inspirado, vaya casualidad, por un elemento de distinguida familia falangista, que trepó en la prensa del Movimiento gracias a la influencia familiar, para en el momento oportuno dedicarse de repartir títulos de demócrata o antidemócrata a quienes le parecieran bien o mal. Como puede imaginarse, la historia basura de Martínez Reverte es muy celebrada y publicitada en ese periódico, donde ha escrito el artículo en cuestión.

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