sábado, 15 de mayo de 2010

¿Hay esperanza? Un triunfo de la justicia.

15 de Mayo de 2010 - 08:15:55 - Pío Moa

Garzón,  juez político y prevaricador hasta extremos inimaginables, creía poder pasarse por la entrepierna los más elementales fundamentos de la justicia, y lo creía con bastante razón: iba a favor de una corriente que dice que la izquierda tiene derechos especiales y que la derecha debe callarse o aplaudir, como lo hace en la práctica el PP, so pena de ser tildado de fascista, extrema derecha o cosas por el estilo. El juez sabía, además, que le apoya una buena partida de corruptos entre los jueces, las mafias sindicales, el gobierno, los titirizejos, etc. Cuando una sala del Tribunal Supremo decidió, por fin, pararle los pies, se entabló una batalla esencial para la supervivencia de una democracia en plena involución: o se imponía el principio de legalidad y de igualdad ante la ley, o se aceleraría el proceso hacia la conversión de España en una república bananera coronada.

   
Sin embargo, una victoria de la ley no lo es del todo mientras no lo sea también en la opinión pública. Leo,  en un artículo de Daniel Rodríguez Herrera, que en  los foros de Internet predominan los partidarios de Garzón que creen o dicen creer que este ha sido suspendido de la judicatura por tratar de “investigar los crímenes del franquismo”. Sus contradictores señalan la falsedad  de la idea, pero lo dejan todo en la fría aplicación de la ley, con lo que pierden de antemano la batalla principal, que es la de la aclaración de la realidad y el contexto histórico de esos crímenes. Mientras haya masas fanatizadas por una seudo historia del país, la batalla no habrá sido ganada.


   Y el hecho es que esas masas envenenadas y un tanto embrutecidas, convencidas de que la ley solo puede aplicarse en beneficio de sus ideologías o intereses, existen y pesan enormemente en la vida de la nación, incluso pesan cada vez más, debido a la inhibición culpable de la miserable derecha rajoyana. Lo cual, en definitiva, solo significa una cosa:

Que los liberticidas y guerracivilistas, interesados políticamente en resucitar viejos odios, han hecho bien y abundantemente su propaganda, frente a unos partidarios de la democracia y la unidad de España que han trabajado poco por la verdad. Se dirá que los primeros tienen a su favor la mayoría de los medios de masas;  pero no siempre los tuvieron, sino que los han ido ganando con una determinación, esfuerzo y habilidad maniobrera muy infrecuentes en el bando contrario.


    Son muchas las personas que hoy manifiestan preocupación por la deriva actual de  la sociedad y la política españolas. Muy pocas, en cambio, las que traducen esa preocupación en actos. Actos que, en el momento actual, deben dirigirse a ganar a la opinión pública. Un solo medio de masas poderoso puede llegar a millones de personas. Pero miles de personas creando opinión en su entorno, en lugar de permanecer callados y pasivos, pueden contrarrestar y frenar la acción de esos medios. Y hay, no  miles, sino cientos de miles de personas realmente preocupadas. Que, además, tienen a mano el argumentario y los medios materiales, cada uno a su escala, para “hacer algo”. A pesar de ello, la tendencia predominante sigue siendo la que denunciaba Julián Marías: "Se preguntan qué va a pasar, en lugar de qué puedo hacer”.

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