sábado, 10 de julio de 2010

Victimismo homosexualista / Etapas del separatismo / Clases sociales



Me comentan sobre una tertulia televisiva en la que alguien se refiere a la época de Franco, "cuando los homosexuales eran perseguidos y se les aplicaba la ley de Vagos y Maleantes".
Eso de ennegrecer los tiempos de Franco para, por comparación, hacer colar las fechorías de nuestro tiempo de descomposición de la democracia, es un recurso muy empleado. Pero vamos a aplicar un poco de lógica: ¿cuántos homosexuales había en tiempos de Franco? Seguramente una proporción más o menos como la actual, aunque menos visible. Más de un millón, desde luego. ¿Cuántos presos había en las cárceles? Resulta que en las cárceles había unas 15.000 personas al final del régimen y menos todavía diez años antes, es decir unas cinco o seis veces menos que ahora. Era una cifra también muy inferior a las de los países europeos occidentales (y también había bastantes menos policías, y no existían las policías privadas que hoy proliferan). ¿Cuántas de esas personas estaban encarceladas por ser homosexuales? Desde luego poquísimas, si es que alguna. Debe reconocerse, pues, que si los homosexuales eran tan ferozmente perseguidos, la eficacia de la persecución era ínfima. En realidad un homosexual no era encarcelado por serlo, sino por otras causas, como escándalo público, pederastia o similares. Había homosexuales notorios y conocidos en diversas profesiones de proyección pública, como las artísticas, y, desde luego, también en las demás. La homosexualidad no estaba bien vista, y suscitaba muchas bromas y chistes, pero en la inmensa mayoría de los casos la persecución no iba más lejos de ahí.
 Un truco permanente de las ideologías es el victimismo, con el cual intentan paralizar la crítica a los dislates que suelen tratar de imponer: ¡ellos son las víctimas y tienen todo el derecho a una reparación sin límites! Por cierto, la Ley de Vagos y Maleantes no es franquista, sino republicana, propuesta o apoyada en las Cortes por el propio Azaña, en el verano de 1933.

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