jueves, 25 de septiembre de 2008

Los tres ejes

23 de Septiembre de 2008

Luis del Pino
En la mayoría de los países, se puede clasificar políticamente a las personas (y hay bastantes páginas en Internet donde pueden hacerse tests en este sentido) utilizando un gráfico de dos ejes: en uno de ellos se mide la actitud de la persona en temas económicos y en el otro se mide en temas morales. En lo económico, según ese criterio de clasificación, una persona puede tender hacia el liberalismo o hacia el estatismo. En el terreno moral, puede tender hacia el laicismo o ser, por el contrario, conservador.

En España, tenemos la desgracia de tener que añadir un tercer eje, según que la persona sea federalista o unitaria (que son términos más generales que nacionalista y antinacionalista). Si en otros países no hace falta ese tercer eje, se debe a que esas naciones no se ven a sí mismas como un problema: un francés se siente francés independientemente de sus actitudes en temas económicos o morales. El francés no se cuestiona su propio ser de manera permanente, como hacemos los españoles, que llevamos siglos perdiendo en rozamiento interno toda la energía que deberíamos emplear en llevar a cabo un trabajo útil. Desde que Cánovas dijera, con amarga ironía, lo de que "español es quien no puede ser otra cosa", mientras los parlamentarios discutían cómo definir a los españoles en la Constitución de 1876, no hemos avanzado nada.

Si analizamos la situación política española según esos tres ejes de medida, nos encontramos inmediatamente con una anomalía bastante preocupante. En la tabla siguiente se muestra la clasificación de los partidos existentes según esos tres ejes de medida:
ECONOMÍA NACIÓN MORAL
ERC
ESTATISTA FEDERALISTA LAICISTA
BNG ESTATISTA FEDERALISTA LAICISTA
IU ESTATISTA FEDERALISTA LAICISTA
PSOE ESTATISTA FEDERALISTA LAICISTA
CIU NEUTRO FEDERALISTA NEUTRO
PNV NEUTRO FEDERALISTA NEUTRO
PP LIBERAL NEUTRO NEUTRO
UPD NEUTRO UNITARIO LAICISTA
CIUDADANOS NEUTRO UNITARIO NEUTRO


Existen cuatro partidos que son a la vez estatistas, federalistas y laicistas, con distintos matices: ERC, BNG, IU y PSOE. Otros dos (CIU y PNV) tienen su razón de ser en el federalismo, estando indefinidos en los otros dos ejes.

Después (me resisto a decir "enfrente") nos encontramos, por un lado, con un partido de corte liberal (PP) que después de su último congreso ha quedado ubicado en una posición neutra en el eje nacional y en el eje moral. Junto a él, dos partidos de nueva creación que se definen como unitarios en el tema nacional; los dos son neutros en asuntos económicos y uno de ellos es laicista (UPD), mientras que el otro (CIUDADANOS) también es neutro en temas morales.

La preocupante anomalía a la que me refiero es la siguiente: existen varios partidos que son a la vez estatistas, federalistas y laicistas. Y uno de esos partidos (el PSOE) es una de las dos grandes formaciones políticas existentes y ocupa actualmente el gobierno de la Nación. Sin embargo, no existe ningún partido, ni uno sólo, que sea a la vez liberal, unitario y conservador. Es decir, el PSOE no tiene, en el otro extremo de ese espacio formado por los tres ejes mencionados, ningún partido que actúe de contrapeso.

En España existe un pujante movimiento de activismo conservador, como han demostrado las manifestaciones en apoyo de la familia o el movimiento de objeción de conciencia con respecto a Educación para la Ciudadanía.

Existe también un dinámico movimiento liberal, que tiene su escaparate más visible en la blogosfera y en los numerosos think-tanks liberales que han ido floreciendo en los últimos años.

Existe, finalmente, un amplio porcentaje de la población que se siente y se define a sí misma como unitaria, con una radical oposición al nacionalismo que se ha visto plasmada en las numerosas manifestaciones celebradas en contra de cualquier concesión a quienes llevan cuarenta años asesinando en nombre de ese nacionalismo.

Pero no hay ningún partido que aúne políticamente esas tres voluntades. Ni siquiera existe ningún partido que actúe de contrapeso al PSOE en dos de los tres ejes a la vez: no hay un sólo partido que sea a la vez liberal y unitario, o liberal y conservador, o unitario y conservador. El partido que debería ejercer de contrapeso (el PP) ha renunciado a hacerlo (excepto de forma muy descafeinada) en el eje moral y en el nacional, y ya sólo se diferencia claramente del PSOE en temas económicos.

El más castigado de esos tres sectores es el conservador. Quien crea (independientemente de sus convicciones religiosas) que la sociedad debe organizarse respetando una serie de normas de derecho natural, como por ejemplo la defensa de la vida desde la concepción a la muerte, no tiene directamente a quién votar.

Y la razón de que esa anomalía exista, la razón de que no haya un partido que aúne esas tres voluntades (liberalismo, unitarismo, conservadurismo) son los estúpidos recelos mutuos que esos tres sectores sienten. Existe, por ejemplo, una actitud desdeñosa en ciertos sectores liberales hacia el activismo conservador, de la misma manera que existe una pulsión estatista en determinados sectores católicos que les hace rechazar el liberalismo. Como también hay una buena cantidad de personas para quienes la lucha contra las tendencias disgregadoras nacionalistas es lo más importante y se olvidan completamente de que hay otras personas que opinan como ellos en el terreno nacional, pero para quienes las cuestiones morales o las económicas son todavía más fundamentales.

Mientras esos tres sectores (liberales, unitarios y conservadores) no sean capaces de concertar sus fuerzas y de acometer una acción política conjunta, los tres saldrán perdiendo a la larga. Porque cuando uno tira con fuerza de un lado de una cuerda y no tiene enfrente a nadie que tire en dirección exactamente contraria con una fuerza igual, es inevitable que la cuerda se vaya desplazando. Y el tirón del PSOE, que es una máquina de poder carente de contrapeso, implica que España sufrirá, ya está sufriendo, una deriva cada vez más acelerada hacia las posiciones que el PSOE defiende: una deriva simultánea hacia las posiciones estatistas, federalistas y laicistas.

¿Es hora, quizá, de que esos tres sectores aúnen fuerzas de una vez, antes de que sea demasiado tarde?

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